¿Qué nos hace capaces de lo peor... y también de lo mejor?
Desde que somos niños, fantaseamos con héroes y villanos. Soñamos con detener al mal en su máxima expresión. Pero, ¿qué pasa cuando crecemos y nos damos cuenta de que el bien y el mal no son tan simples? Robert Sapolsky, neuroendocrinólogo y profesor de Stanford, nos propone una pregunta poderosa: ¿por qué los humanos somos capaces de cometer actos atroces… y al mismo tiempo realizar gestos de compasión y heroísmo inigualables?
La respuesta es tan fascinante como compleja: nuestra biología, historia y entorno están entretejidos como una madeja imposible de separar. Y entender eso puede cambiar radicalmente cómo vemos el comportamiento humano.
El dilema de la violencia humana
Como especie, hemos sido capaces de usar aviones como armas, emplear violaciones como táctica militar y diseñar gases para exterminar personas. Pero también somos la misma especie que da su vida por otros, que construye hospitales, que adopta niños, que consuela a un extraño.
La clave, según Sapolsky, está en el contexto. Una acción puede ser heroica o terrible dependiendo de cuándo, cómo y por qué se realiza. El disparo que mata puede ser un crimen o un acto de defensa. Un gesto puede ser una caricia… o una traición.
¿Qué sucede antes de una acción? Una cadena de causas
Sapolsky nos lleva por un viaje biológico, psicológico y evolutivo que demuestra algo contundente: ninguna conducta humana puede entenderse sin analizar muchas capas de tiempo y causas:
1. Un segundo antes
Tu amígdala se activa. Es la región del cerebro encargada del miedo y la agresión. El disparo ya está en camino.
2. Segundos y minutos antes
El entorno influye: disturbios, gritos, rostros desconocidos. Si estás cansado o hambriento, tu corteza frontal no puede frenar tu impulso. Te sientes amenazado.
3. Horas o días antes
Las hormonas entran en juego. Altos niveles de testosterona o cortisol aumentan la reactividad de tu amígdala. Percibes amenaza donde tal vez no la hay.
4. Meses y años antes
Tu cerebro ha sido moldeado por el estrés crónico, el trauma o la violencia vivida. Tu amígdala creció, tu corteza se debilitó. Reaccionas con más miedo, menos control.
5. Durante tu infancia y embarazo
Si tu madre estuvo expuesta a estrés extremo mientras te gestaba, eso alteró tus genes. Esto se llama epigenética: tus genes se activan o apagan según el entorno.
6. Tus genes y su historia evolutiva
Algunos genes aumentan la probabilidad de conducta violenta, pero solo si se combinan con abuso infantil. No es destino biológico: es interacción constante entre naturaleza y crianza.
7. La cultura de tus ancestros
Tus valores, tus creencias sobre el honor, la venganza o la justicia pueden venir de hace cientos de años, de sociedades nómadas o guerreras.
8. La historia de la especie humana
Como primates, tenemos potencial tanto para la violencia letal como para la cooperación asombrosa. Fluctuamos entre chimpancés agresivos y bonobos pacíficos.
Lo más importante: todo puede cambiar
La gran esperanza que nos deja Sapolsky es esta: nada está escrito en piedra. El cerebro cambia, la cultura cambia, la historia cambia. Y con ello, nosotros también.
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John Newton, un traficante de esclavos, se convirtió en líder abolicionista y escribió "Amazing Grace".
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Zenji Abe, quien bombardeó Pearl Harbor, pidió perdón 50 años después, abrazando a sus antiguos enemigos.
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Soldados en la Primera Guerra Mundial hicieron una tregua espontánea en Navidad para compartir comida y jugar fútbol con el enemigo.
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Hugh Thompson, piloto estadounidense, detuvo una masacre en Vietnam apuntando sus armas contra sus propios compatriotas para salvar civiles.
Estas personas no eran especiales. No eran santos. Eran humanos. Como tú. Como yo.
¿Qué nos enseña esto?
Que debemos dejar de simplificar el comportamiento humano como "bueno" o "malo". Que hay una red compleja de causas detrás de cada acción. Y que si queremos construir una sociedad más justa, más pacífica, más humana, necesitamos estudiar no solo nuestras fallas… sino también nuestra capacidad para cambiar.
“Quienes no estudian la historia están condenados a repetirla. Pero quienes no estudian la historia del cambio humano… están condenados a no poder replicarlo.”
Referencia:
Sapolsky, R. (2024). The biology of our best and worst selves [Video]. TED. https://www.ted.com/talks/robert_sapolsky_the_biology_of_our_best_and_worst_selves